La crisis nacional y mundial
de la educación pública
La insistencia sobre la importancia que tiene para el presente y el futuro del país la educación pública cobra cada vez una mayor demanda. Este reclamo forma parte de una crisis de valores sociales, políticos y económicos de innegable relevancia por la urgencia de su evidente necesidad de impedir una decadencia nunca antes vista al borde de un abismo globalizador.
El panorama mundial está indicando que no existe un país en donde las crisis sociales mantengan la demanda de la educación básica, media y superior al margen de sus prioridades; este señalamiento está sólidamente sustentado en porcentajes de analfabetismo que llega a millones de personas. Y no solamente en las naciones más abandonadas o, mejor dicho, saqueadas por el viejo colonialismo entre las que se encuentran las latinoamericanas.
Esta política de marginación de la educación pública tiene sus objetivos de corto y largo alcance en la planeación de lo que ya ha sido aceptado por las ciencias sociales como globalización.
La voz de alerta ha sido dada en la UNESCO y, por extensión, en todos los foros vinculados con la literatura; pero al mismo tiempo por todas las personalidades relacionadas con las distintas academias del conocimiento que una y otra vez insisten en la necesidad urgente de apoyar con recursos económicos la creación de escuelas públicas por ser el semillero en donde podrán crecer y hasta florecer los nuevos talentos que aporten a la sociedad la posibilidad de crear los medios destinados a darle dignidad de existencia a los seres humanos, y que destierre la barbarie, el terrorismo y toda clase de lacras que envenenan a las nuevas generaciones.
La crisis es nacional y mundial, con sus variantes de acuerdo con su desarrollo histórico, y las expresiones manifiestas de una decadencia sustentada en la pérdida de valores éticos y morales. Estas apreciaciones forman parte ya de quienes están vinculados al proceso de la cultura universal. Y de todos los que deseamos una educación pública enjundiosa, audaz y creativa; bastaría con ir a los textos de nuestros forjadores de la educación durante el siglo XX y veríamos, desde las escuelas rurales hasta las normales, que son un manantialde creación pedagógica. Podríamos hacerlo.
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